Somos padres pero también humanos

Sep 25, 2016

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Autor: Lic. Patricia López. Coordinadora de Intervención en Niñez y Adolescencia de Invedin.

La llegada de un nuevo miembro de la familia, especialmente cuando es el primero, resulta muy significativo, por lo que los padres queremos ser los más perfectos posibles, evitar los errores que consideramos han cometido en nuestra propia crianza y poner en práctica nuestras convicciones, adquiridas de la familia propia o del entorno.

Lo primero que se dispara es la idea y la intención de hacerlo todo y de hacerlo bien, cual super héroe.

Hemos venido pensando y planificando durante meses este primer encuentro con el bebé, hemos organizado su cuarto, su ropa, sus accesorios; anticipamos la felicidad de tenerlo en los brazos y el temor de no hacerlo bien.

Y allí está con nosotros, y nosotros embelesados con él o ella hasta que llora por primera vez… ¡y llega la primera crisis! ¿Será hambre ¿Estará sucio? ¿Le dolerá algo? ¿Y cómo me entero si aún no habla?

Hemos tenido una preparación amplia en cuanto a «tener» los elementos necesarios para brindarle comodidad a nuestro bebé, pero poca para «ser» padres.

La dinámica familiar y en la pareja no será la misma, la rutina tampoco, al menos temporalmente. Es preciso llevar a cabo acciones para lograr el equilibrio en un momento de estrés parental. Para ello es preciso reorganizar las prioridades y contar con apoyo extra.

Un bebé requerirá ser alimentado al menos cada 3 horas, y luego dormirá por otras 3. Hay que aprovechar ese período para descansar, leer un libro, oír música, dar forma a una idea, u organizar lo que podremos hacer en las siguientes horas de sueño del bebé. Que los proyectos sean realistas… menos es más.

La limpieza y organización de la casa pasa a un segundo lugar, y a veces es dejada en manos de terceros. No debemos sentirnos culpables por esto, es esperado que las energías estén puestas en el cuidado del bebé, en aprender a conocerlo y en la satisfacción de las necesidades básicas, por lo que serán útiles las manos de quienes quieran y puedan colaborar con las tareas de mantenimiento del hogar (alguien que ocasionalmente cocine, lave o limpie, quien pueda ir a hacer las compras o pagar los servicios, cuidar algunas horas a los hermanitos, si los tiene, etc.).

El bebé pasa a ser el centro de atención por un tiempo prolongado, en principio porque no puede cuidarse por sí mismo, pero ello no es motivo para descuidarse a sí mismo o a la pareja, y a esto también hay que estar atentos.
Entre un sueño y otro es posible robar unos minutos para ver una película juntos, contarse las experiencias del día, los sentimientos vividos, los temores y las expectativas. La comunicación debe mantenerse para continuar construyendo la familia.

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