La tendencia al alza del trastorno en niños es global. Aunque en Venezuela no hay estadísticas, se han reportado 9 de cada 12 pacientes en 8 horas de consulta en Invedin
El Nacional (31.10.16) El autismo, trastorno del neurodesarrollo que se produce por un desorden en el rompecabezas del cerebro del feto, crece silenciosamente por el mundo. En los últimos dos años las cifras han puesto en alerta a los especialistas: 30% más en Estados Unidos, 40% en España, 60% en Dinamarca. Y Venezuela no escapa de esa inicial vorágine, señala la neuróloga Eva Pérez del Instituto Venezolano para el Desarrollo Integral del Niño, Invedin.
—¿Por qué está aumentando?
—Eso está por dilucidarse. Hay una base netamente genética. Necesitamos una serie de claves para que las células en el cerebro del feto se organicen de una manera adecuada, y el trastorno es la expresión funcional de lo que puede observarse en ese rompecabezas. Son fallas genéticas, es hereditario. Observamos que siempre hay un antecedente en alguien parecido al niño, en la familia.
—¿Cómo han detectado ese crecimiento en el país?
—En Venezuela no hay estadísticas nacionales ni tampoco hay organismos que recopilen esa información. En Invedin, donde manejamos casos de altos riesgos biológicos en los primeros años de vida del niño y brindamos programas de intervención temprana, estamos iniciando ese estudio; pero no somos una referencia nacional, por lo que los resultados pueden ser sesgados. Sin embargo, nos llama la atención que se ha detectado un incremento sustancial de niños con trastornos del espectro autista en los últimos 3 o 4 años. Cada vez evaluamos a más niños. No tenemos un porcentaje, pero de cada 12 pacientes evaluados en una consulta de 8 horas en una de nuestras sedes, 9 presentan el trastorno. Antes veíamos más heterogeneidad en los niños, pero ahora la cantidad de autismo es bastante alta.
—¿Tiene que ver esto con mayor conciencia de este trastorno en los padres?
—Tiene que ver con la capacidad de identificar el problema. Los pediatras están remitiendo más casos porque identifican conductas que no van con el desarrollo normal del niño, y también los colegios, pues observan que los niños no se adaptan al ambiente; los docentes tienen ahora más sensibilidad.
—¿Cuáles son los signos de alarma?
—Hay fallas en el desarrollo del intento de comunicación verbal o no verbal: puede que el niño hable pero lo hace distinto, o puede hacerlo más tarde, o puede que no hable. El contenido del manejo del lenguaje no es el adecuado; pueden hablar con disprosodia (…) con ecolalia (cuando repiten la misma pregunta en tono de respuesta) y hablan en tercera persona. Otra falla es la interacción social que va desde la agitación, el llanto y la agresividad cuando el niño se ve rodeado de muchas personas, hasta el aislamiento y el nulo contacto visual, desde que están pequeñitos. También es indicador una mayor sensibilidad a estímulos, como el rechazo a la ropa de algodón, a determinadas textura de alimentos como proteínas, y a colores en la comida.
—¿Pueden hacerse en Venezuela estudios genéticos para determinar el autismo?
—Aquí no podemos hacerlos porque no tenemos cómo hacerlos, al menos de buena categoría. El costo es además muy elevado. En Estados Unidos puede costar entre 3.000 y 5.000 dólares.
—¿Qué pasa cuando el niño con autismo no recibe adecuado tratamiento?
—Si no se trata adecuadamente, el desarrollo del lenguaje se verá alterado, en su sociabilidad presentará persistentes conductas agresivas, irruptivas y atípicas. Todo dependerá del nivel de funcionamiento del niño. Si se interviene temprano puede llevar su vida como cualquier otro niño, pero si no se trata a tiempo encontraremos problemas en la adolescencia que es lo que hemos visto: hacen conciencia de que no son iguales, no pueden adaptarse porque no encajan en los ambientes y viene el proceso de depresión. Y eso puede conducir al suicidio en algunos casos, o al consumo de sustancias prohibidas, en otros. Por eso el apoyo con terapia y pedagogía es indispensable.
—¿Está preparado el país para atender el trastorno en aumento?
—La dificultad está en el volumen de casos y en la escasa oferta para tratarlos. Lo ideal es que estos niños tengan un programa de intervención temprana y multidisciplinario, que puedan ser atendidos una vez por semana. Pero en los centros públicos, si es que tienen acceso, los atienden si acaso una vez cada mes porque no se dan abasto. A los centros de desarrollo infantil bien estructurados que existían, como el de Montalbán, los arrasó la crisis. Entonces, no estamos en capacidad de dar atención. Venezuela debe implementar políticas sanitarias orientadas a aumentar la cantidad de centros de desarrollo infantil para que el volumen de pacientes atendidos sea mayor, y asegurar el acceso a esos programas de apoyo.
—¿Hay suficientes especialistas tratantes en el país?
—Hemos tenido un éxodo importante de profesionales muy capacitados en los últimos años. Cada vez quedan menos aquí y los países latinoamericanos se están beneficiando. O se van a España o a Panamá.
Mas conciencia, menos mitos
La neuróloga Eva Pérez advierte que es necesario tener una política sanitaria, más conciencia, y acabar con ciertos mitos que perturban la convicción de un tratamiento eficaz.
Vacunas: algunos estudios indicaban que el timerosal (mercurio) de algunas vacunas, producía autismo. Se comprobó que es falso.
Dieta: médicos tienden a quitar el consumo de gluten, caseína (leche), colorante, pescados y harinas porque supuestamente empeoran los síntomas. Estudios recientes han demostrado que no es verdad.
Ambiente: hay ciertos ambientes cerrados o ruidosos que pueden alterar a los niños con el trastorno, pero se trata de un problema sensorial, no es condicionante.
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