Si alguna vez has subido a la montaña, has podido sentir el aire fresco en tus pulmones y como tu cuerpo responde de manera positiva ante él; te sientes renovado. O después de la lluvia, cuando ese aroma invade la ciudad y entra por nuestras ventanas; ese aire, que de alguna manera huele a pureza, como si todos los aromas escondidos de la ciudad, de pronto se diesen a conocer.
Seguro que has escuchado (sino, que has dicho) en algún momento la frase “Necesito un cambio de aires”. Hay algo que tiene el aire para los humanos, que hace que lo asociemos con un bienestar novedoso. Este año, quiero que recibas aire: que abras las ventanas, las ventanas de tu interior y des rienda a la ventilación emocional.
La ventilación emocional es una técnica terapéutica que consiste en poder expresar, en externalizar, nuestras emociones de forma consciente. Lo que se busca con ello es que, una vez expuestas nuestras emociones podamos aceptarlas y procesarlas de manera adecuada. Así, nos damos la oportunidad de poder lidiar con ellas de la mejor manera.
Ahora, imagina cómo te sientes cuando estás ante un aire pesado, cargado de calor o humedad. El aire no lo vemos, pero sí que lo sentimos. Cuando le restamos importancia a nuestras emociones, especialmente a las negativas, en vez de aceptarlas y las escondemos, rechazamos o reprimimos, no estamos lidiando de forma correcta con lo que pasa en nuestro interior. Y sí, adivinaste: esto tiene graves consecuencias. Ya sea en nuestro estado de ánimo, nuestro comportamiento, nuestro rendimiento o nuestra salud física. Las emociones que no se ventilan no desaparecen, se acumulan.
Conseguir la voluntad para abrir la ventana puede ser lo más complicado, pero una vez abierta, el aire entra y sale solo. Puedes realizar una ventilación emocional hablando con alguien de confianza, con quien te sientas cómodo. También puedes hablar contigo mismo en voz alta, en un momento en el que te encuentres solo. Ojo, ten en cuenta que si decides ventilar contigo mismo, te mires desde fuera, desde una perspectiva ajena y lo hagas de forma comprensiva. No caigas en narrativas destructivas, no es lo mismo decir lo que sentimos (“Estoy molesta con la forma en la que lidie con esa situación”) que insultarnos (“Soy una xxx por la forma en la que actué); no es lo mismo ser que estar. Otra forma de ventilar es a través de la escritura; puedes hacerlo cada día como parte de la rutina. Y por supuesto, recuerda que siempre puedes acudir a un especialista (en terapia se abren ventanas).
Lo importante es reflexionar, hacer una introspección, ponerle un nombre a nuestras emociones y aceptarlas. Algunas preguntas para hacernos pueden ser: ¿Cómo me siento? ¿Por qué me siento así? ¿Qué hice/qué me pasó para sentirme así?. También podemos utilizar metáforas o describir las sensaciones en nuestro cuerpo.
Las emociones forman parte de la existencia y experiencia humana. No podemos negarles su espacio y su momento. Hay que reconocer que tenemos momentos de vulnerabilidad y no hay que negarlos o avergonzarse de ellos. El dolor, la frustración, el miedo, la tristeza y la angustia también son emociones válidas que forman parte de nosotros y si debemos saber enfrentarlas y manejarlas a través de una correcta gestión emocional.
Creo que no me equivoco al decir que todos necesitamos un cambio de aire. Por ello, este 2021 te invito a que abras tus ventanas.
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